miércoles, 23 de noviembre de 2016








CAUSAS SOLIDARIAS : 


Hay una proliferación de éstas. Es verdad, al mar revuelto ganancias de pescadores. Penoso es observar como gente intelectual, con profesión, con grandes sueldos y pensiones se embargan en proyectos con fines solidarios y no lucrativos aparentemente. Intentaré explicar lo que siento con finas palabras y metáforas,  si me es posible. :

He despertado de un sueño, mi vida ha transcurrido siempre dentro del contorno de un circo, no porque hubieran sesiones de parodias, una tras otra, sino por la ilusión y admiración que me causaban aquellas personas que se dedicaban a la ayuda de los demás con fines humanitarios,  hasta que alguien  abrió la carpa y el sol cegador de la verdad me deslumbró. La globalización que nos llega con los medios de comunicación me mostró la realidad, subvenciones cuantiosas , como premios,  son la guinda de la tarta. 

Al final las marionetas siguen siendo los mismos, los pobres, los indigentes que nos muestran su imagen más desoladora en fotografías  que alguien da a conocer, niños con los mocos pegados a la cara, rostros sucios de rebuscar en las basuras, inmigrantes pegados y rasgados en las vallas fronterizas, infancias ahogadas en las playas donde nos bañamos en verano, mujeres tapadas de pies a cabeza con burkas negros. 

Siento rabía, dolor , impotencia, de ver como hay gente que se aprovecha de las miserias de los demás a cambio de protagonismo, subvenciones, premios, portadas en periódicos, revistas o cualquier otro medio donde se publiciten sus nombres para que la ilusión de los desolados se desvanezca como un globo cuando se queda sin aire. 


¿De verdad que estos premios de las causas solidarias van a parar a esta gente que salen en las fotografias, o a éstos colectivos? Yo quiero ver el destino de ese dinero, porque es dinero público, y yo también lo pago con mis impuestos. 







sábado, 19 de noviembre de 2016


BREVE HISTORIA DE AMOR 2




    ENSOÑACIÓN 2:



   Una vez dentro del salón,  Francis, me dijo que me sentara en el pequeño comedor que había  junto a la ventana, yo por entonces, solía obedecer todo lo que sonara a imperativo. Quería compensarme, según me dijo,  con una taza de cacao que su hijo le había traído recientemente de México,  al parecer, el chico  se encontraba allí realizando unas obras de canalización de aguas, era ingeniero de caminos, y pertenecía a una Organización de Cooperación Internacional.

Escuchaba a Francis,  mientras él iba de la cocina a la vitrina del salón, y del salón nuevamente a la cocina, cuando concluyó de preparar la  merienda repentina,  se replegó en su butaca tapizada en piel. A la vez que ponía  su  copa de un líquido de color marrón sobre la mesa me servía la bebida humeante en una taza con motivos florales,  ahora, con los años, puedo pensar que quizá fuera coñac o cualquier otro licor. 

Empezamos a hablar de mi madre, de mis estudios en el instituto, y me preguntó a qué me gustaría dedicarme cuando finalizaran mis estudios.Se fué ganando mi confianza , yo no estaba demasiado acostumbrada a que repararan en mis deseos. Empecé a sentirme cómoda dentro de esa situación anómala para una chica de mi edad, miré la hora en mi reloj de pulsera y viendo que se me hacía tarde me levanté de la silla dirigiéndome hacia la puerta. Él se levantó tras de mí y sacó de su bolsillo una billetera. Sin mediar más palabras , me entregó el dinero que mi madre había ganado. Cuando estaba a punto de salir, pronunció mi nombre y  me dijo que que por qué no me levantaba la camiseta.

 Cuando llegué a mi casa se lo conté a mi madre y una fuerte carcajada inundó mis oídos. Entré en el cuarto de baño y al  mirarme  en el espejo vi en mí mirada  una imagen  distinta a la  habitual. 


miércoles, 16 de noviembre de 2016



A tí, del que no me he podido despedir, sobre todo por las pocas horas que compartimos...



La muerte es un canto de sirena, a pesar de lo dramático , tiene un halo de romanticismo que arrastra y envuelve, yo diría que es hechizante , es la escapada para los que tienen más miedo a vivir que a morir. Supone un fuerte impacto, eso sí.




Alrededor del finado se reúnen toda la clase de vivos y vivas que pasaron años sin verlo, o sin verla, sin embargo de forma incomprensible para mí, se reúnen para llorar y sufrir, pero nunca antes se reunieron para compartir, Un acto de reunión sólo: la muerte. Una vez terminado el proceso de enterramiento, seguramente esas mismas personas no volverán a verse hasta un nuevo sepelio.




Otra cosa que no termino de entender:  El dolor que pudo causar la persona que se fué  se convierte ipso facto en algo perdonable, Todo se extingue  con ella, existen mil justificaciones; que tuvo una vida muy difícil, o que en su infancia sufrió toda una serie de carencias.  Luego existe la persona sufriente de la que se ha ido,  en el caso de no haber sido todo lo generoso en el buen hacer. Esa persona se queda con la mancha, con una mancha de dolor, de daño, de impotencia, de vergüenza, y lo peor , con la obligación del silencio impuesto.         

¿ Quién se atreve a hablar mal de una persona que ya no está?. El dolor se multiplica por dos, el daño y la verbalización de ese dolor causado, convirtiéndote así en una 

"mala persona".

Para nada estoy de acuerdo con el circo de la muerte,  la pesadez de los pésames. atender a todos aquellos que pretenden hacerte pasar un mejor trago de esos momentos, aquellos que quizá, no vuelvas a ver más, siempre he sido del pensamiento, que cada uno debe enterrar a sus muertos, Igual que en una sala de partos, sólo esta la madre para darle la bienvenida al nuevo ser, desde hace tiempo también el padre. 

Padres que reciben a hijos, e hijos que despiden a padres: una  espiral de reciclaje continúa.



lunes, 14 de noviembre de 2016



UNA BREVE HISTORIA DE AMOR





ENSOÑACIÓN




La primera vez que mi madre me envió a aquel lugar, un hombre sentado tocando el piano se levantó para abrirme la puerta. Yo debía  tener alrededor  de unos 15 años. Francis, que así se llamaba tenía una aspecto rotundo, al menos, a mí, a esa edad,  así me lo parecía. 

Le llevaba la ropa limpia que él por su falta de tiempo no podía adecentar. Antes de que me abriera escuché el crujir de sus pasos sobre la madera, me recibió con una sonrisa a la vez que me invitaba a entrar.  

En el pequeño trayecto que había de mi casa a la suya, así su ajuar de cama contra mi pecho para que no se me perdiera, así me lo había pedido mi madre. No sólo le devolvía una ropa límpía cualquiera, sino que le entregué unas sábanas impregnadas del olor a verano, de los encuentros con mi primer y único amor.

 Un chico delgado,  de ojos azules y descarados su nombre sabia a dulce cuando lo pronunciaba, me gustaba deletrearlo poco a poco. Mi boca imitaba un círculo, mi lengua,  se detenía entre mis dientes, escuchaba las sílabas de su nombre golpear mis labios. 


Ese fue mi primer contacto con el sexo: Su nombre y mi boca.